Todo lo acontecido siguió un curso inesperado.
Inexplicable.
Cuando Mondrián murió, el verdadero protagonista de esta historia estaba observando las curvas de un alfil negro.
Cuando Losad se fue, el verdadero protagonista de esta historia seguía mirando al mar, en dirección contraria.
Anja y Garbak no volvieron a verse. Lucille dejó de andar. Morey escribió su primer poema. Rhino tomó otra copa. Y Marcela compró un billete sin vuelta con destino a Buenos Aires.
Del resto, nada se sabe, ahora que el verdadero protagonista de esta historia pasa la mano sobre la sábana para comprobar que está viva y limpia, y que aún le espera.
martes, 24 de abril de 2007
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